martes, 16 de enero de 2018

Personajes aventureros que dan color al dakar

Aventureros, sacrificados, trotamundos, inquietos, imprevisibles, utópicos, noveleros, románticos, creyentes, soñadores y también alocados; porque en el universo Dakar nadie puede negar que una pizca de locura es indispensable para atravesar durante 15 días la competencia sobre ruedas más exigente del mundo. Día a día, cientos de historias de vida surgen en medio de una ciudad nómade.

El chaqueño Carlos Verza participa en la categoría “malle moto”, la más esforzada del Dakar: son pilotos que corren sin ningún tipo de asistencia. Por eso, al llegar al vivac arma su carpa, donde pasará cada noche, y arregla –o mantiene– su moto para poder competir al día siguiente. La inscripción y los servicios del evento le costaron 15 mil euros. Buena parte salió de su bolsillo, la otra de algunos sponsors.

Apenas a dos metros del “taller portátil” de Verza se ubica Giuliano Giordana, un cordobés que compite en su tercer Dakar. Entusiasta lanzado a la travesía, confiesa que este año tuvo varios “entrenamientos singulares”.

En el mismo sector de “malle moto” aparece el aventurero Oliver Pain (36 años), primer piloto de élite que compite entre los “originales”. El francés, motociclista de experiencia, fue tercero en el Dakar 2014 pero desde 2016 se concentra en su negocio familiar. Atrás quedaron sus días en diferentes equipos reconocidos. “Siempre admiré a las personas que corren el Dakar sin asistencia. La siento como si fuese mi primera participación”, explica.



Para gloria divina

Con mayor presupuesto, pero alejado de esos talleres mecánicos a bordo de grandes camiones que son parte de la gigante estructura de los equipos oficiales aparece José Blangino.

Así también, con un perfil mucho más alto, se mueven los pilotos reconocidos de las grandes marcas. Nasser Al-Attiyah forma parte de Toyota, la firma que lleva al Dakar un cocinero especial para sus competidores. Es tan bueno con el rifle (logró la medalla de bronce en tiro en Londres 2012) como con el volante. Quienes lo tratan con frecuencia en el Dakar juran que en una ocasión aseguró que corre “por la gloria de Alá”.

El multimillonario deportista tiene un amigo especial: el periodista Jesús Calleja. La historia de por qué el español puede correr este Dakar es de novela: el año pasado participó en el rally de Abu Dhabi y remolcó al poderoso catarí por varios kilómetros luego de un accidente. Al-Attiyah le prometió que le pagaría la inscripción para la presente edición del Dakar.



APUNTE

Una aventura familiar en el Dakar

Generalmente, en el rally Dakar se ven muchas familias en las gradas improvisadas de las dunas o tal vez padre e hijo en competencia, pero este año, los Cabini se embarcaron en una aventura familiar completa.



El patriarca de 61 años, Antonio Cabini, compartió la cabina de un camión de esta gran aventura sudamericana con sus dos hijos.



El Mercedes Unimog 533 del equipo italiano Orbica Raid es el vehículo donde su hija Raffaella, de 24 años, y Carlo Augusto, su hermano de 19 años (el participante más joven del rally), acompañaron a su padre en este gran periplo familiar.




Juan Carlos Salvatierra, el ídolo del Altiplano

Los amantes de los deportes sobre ruedas lo consideran en Bolivia como el mejor deportista de su historia. A Juan Carlos Salvatierra le provoca una profunda sonrisa cuando se le pregunta si en su país –allí donde se puede encontrar su indumentaria oficial en las calles y en tiendas deportivas– es como Lionel Messi en la Argentina. “Gracias al Dakar recibo un inmenso cariño de mi gente”, dice.

El Dakar ofrece personajes con historias diversas. Desde la fotógrafa italiana Camelia Liparoti –que este año dejó su cuadriciclo y pasó a los SxS–, al japonés Yoshimasa Sugawara, quien a los 76 años entró en el libro Guinness por llegar a las 35 participaciones.

Richard de Groot no es un piloto cualquiera. El holandés es bombero. También lo son sus compañeros Beelen Gerardus y Hulsebosch Johanne. Claro, todo rojo, su camión (525) simula ser un autobomba.



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