lunes, 8 de enero de 2018

Barreda lidera en motos y con una mano

El motociclista español Joan Barreda (Honda) se adjudicó ayer la segunda etapa del Dakar 2018 y pasó a liderar el rally a pesar de pilotar con molestias en la mano izquierda, resentida aún de una lesión que sufrió a mitad del año pasado.

Barreda sufrió especialmente en la primera parte de la etapa, con un tramo cronometrado de 267 kilómetros por el desierto que rodea a la ciudad peruana de Pisco, donde las dunas castigaron a la sufrida muñeca del piloto.

Sin embargo, se repuso en la segunda mitad de la especial, ganó en confianza y comodidad y se rehizo para sacarle casi tres minutos al francés Adrien Van Beveren (Yamaha), su principal perseguidor en la clasificación general, y seis minutos al vigente campeón del Dakar, el británico Sam Sunderland.

Al llegar al campamento, Barreda acudió directamente a tratarse la muñeca, consciente de que la etapa de este lunes será más larga e igualmente exigente, con unas condiciones similares.

El motociclista comentó que lo importante es mantenerse en el grupo de cabeza estos primeros días sobre el desierto de Perú, sin cometer errores y sin perder demasiado tiempo, para después meterle gas a fondo en la segunda semana, que discurrirá por rutas de Bolivia y Argentina.

La etapa, con Pisco como punto de partida y llegada, también tuvo una destacable actuación del argentino Kevin Benavides (Honda) y el chileno Pablo Quintanilla (Husqvarna), que terminaron en la quinta y sexta posiciones, respectivamente. La jornada fue particularmente difícil para las motos, pues partieron después que los coches, al contrario de lo que suele suceder en el Dakar, y se encontraron con un terreno maltratado por el paso de los automóviles.

SE ESPERABA UNA JORNADA COMPLICADA Y ASÍ FUE, DURA

El verdadero Dakar está aquí. Tras el briefing de carrera del sábado todos los pilotos esperaban una jornada muy complicada en el día domingo y así se ha cumplido. La Organización ha introducido un formato nuevo en esta jornada, con la salida de los coches por delante de las motos, lo que ha condicionado claramente a ambas categorías al dejar a los coches sin sus habituales trazas de motos, y a los riders con un terreno destrozado y con una maraña de roderas que les han obligado a fiarse únicamente de su propia navegación. Los casi 300 km de especial no han defraudado, rapidísimos, con mucha arena y una multitud de waypoints y cambios de rumbo que han puesto en muchos aprietos a todos.

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