lunes, 5 de enero de 2015

El primer Dakar a pilas gracias a un auto 100 por ciento eléctrico

El vehículo movido completamente por energía eléctrica tendrá en el desierto de Atacama y el Salar de Uyuni sus mayores retos

Es la carrera más icónica. La más exigente. La más dura. La más psicológica. Es la mayor aventura del motor desde que en 1979 se dispu­tara la primera edición, por aquel entonces en su formato París-Dakar. Etapas de cientos de kilómetros cruzando desiertos, sorteando dunas, navegando por la arena. Una prueba que cada mes de enero pone al límite a motocicletas, coches y camiones. Un 50 por ciento de los participantes no llega a la meta.

La criba mecánica, física y mental es implacable. Hay accidentes. Y también muertes: 23 pilotos, en su mayoría de motocicletas, han perdido la vida en las 35 ediciones disputadas hasta hoy. También han fallecido varias decenas de personas más, entre espectadores y trabajadores de la prueba, incluido el creador del Dakar (Thierry Sabine murió en 1986 en accidente de helicóptero).

Hoy el Dakar no cruza el Sáhara ni finaliza en la capital de Senegal que le da nombre, sino que recorre parajes como el desierto de Atacama o el salar de Uyuni.

“En el Dakar ves camioneros con la barrigota y piensas: ‘A estos señores les hago correr cinco kilómetros y se mueren’. En cambio, son los tipos más duros que he visto nunca. No los paras por nada, son indestructibles”, resume Albert Bosch, que este año participa en una prueba que conoce bien pues ha corrido en ocho ediciones.

Ahora vuelve al motor, esta vez como piloto del primer coche 100 por ciento eléctrico en el Dakar, en una categoría nueva creada ad hoc y con un solo coche participante. Un proyecto de Acciona que completa así lo que su director general de imagen corporativa y marketing global, Pío Cabanillas, define como un plan estratégico por “aire, mar y tierra”. El coche pilotado por Bosch es el tercer proyecto de aventura y movilidad sostenible que acomete la compañía energética desde 2011. El primero fue el que comandó el explorador polar Ramón Larramendi, que atravesó el continente antártico sobre un trineo propulsado únicamente por una cometa.

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