sábado, 24 de enero de 2015

Wálter Nosiglia, el campeón que triunfa como empresario y hombre de familia

Lleva puestos tenis plomos con franjas verdes, un buso deportivo y una chamarra roja, que en la espalda dice Nosiglia. Siempre con una sonrisa en el rostro, Wálter Nosiglia entra y sale presuroso de una oficina a otra en Nosiglia Sports, su empresa. En su casa es un héroe para su familia. Es un campeón de la vida.
"Hace de todo, en Navidad estaba armando bicicletas él mismo, atiende a los clientes, si hace falta ayuda en el taller, no tiene problema de ensuciarse”, cuenta el gerente de ventas de Nosiglia Sport, Sven Steinhäuser.
La tienda y empresa del Lobo del Desierto se encuentra en la avenida Costanera y calle 21 de Calacoto. Se puede encontrar desde bicicletas para niños hasta cuadratracks para profesionales, además de accesorios deportivos como poleras y cascos.
No hacía falta preguntar. Nosoglia también es un as para sus empleados. Para reconocer su esfuerzo después de haber recorrido 9.000 km en el Rally Dakar 2015, Wálter recibe aplausos de la gente en la calle, pero también de sus dependientes. "¡Bienvenido campeón!” dice un cartel en una de sus oficinas.
Sven, quien trabaja con el piloto desde abril 2014, califica a Wálter como "una persona increíble” y un empresario total. "Es más amigo que jefe, el trato es más familiar, tiene un buen corazón y un olfato empresarial”, destaca.
Javier Beltrán es el coordinador de Nosiglia Sports desde hace 20 años. "Tiene mucha visión, criterio y es práctico para tomar las decisiones y no se ha equivocado”, dice sobre su jefe. Beltrán recuerda que Wálter lo defendió cuando un cliente lo acusó de mentiroso. "Es líder y amigo”.
El mecánico Martín Limachi está en la empresa desde hace 25 años. "Es muy bueno, me enseña muchas cosas”. Dice que nunca olvida lo que Nosiglia hizo por él. "Pagó un porcentaje de la cuenta en el hospital, cuando me enfermé”, asegura.
Los trabajadores coinciden en que cuando Wálter no está en alguna carrera va a la empresa temprano a trabajar y es el último en irse a casa. "A veces agarra la escoba, otras veces lava las motos o arregla los cuadras y autos”, añaden.
Una eterna promesa de amor
Mientras realiza sus actividades cotidianas en Nosiglia Sports, Verónica Jager se da un tiempo para respirar y hablar de su compañero de vida. Sonríe y rememora. "El día que me propuso matrimonio me dijo que se iba a casar una sola vez en la vida y que iba hacer todo para que nuestro matrimonio salga adelante. Estaba consciente de que no quería divorciarse nunca y de que quería tener una linda familia y lo hizo siempre así”, dice la esposa del Lobo del Desierto.
Wálter y Verónica unieron sus vidas el 8 de julio de 1989. El corredor no quería tener hijos "porque implicaba demasiada responsabilidad”. Pero cuatro años más tarde cambia de opinión por la inesperada llegada su primer hijo Wálter y un año después por el nacimiento de Daniel.
"El día que le llegaron los hijos el hombre se transformó (rie). Desde que nacieron los bañó, les dio de comer, se dedicó 100% a sus hijos. Me llamaba en la noche y me decía: Espérame ya estoy llegando, quiero bañar a los chicos”, recuerda Verónica.
Durante sus años 25 años de matrimonio, él reafirma la promesa de amor que le hizo a Verónica todos los días. "Me demuestra su amor cada día con pequeñas cosas. Cuando está en casa es súper casero, lava el servicio, en la cocina hace todo, pero lo único que no hace es tender su cama. Pese a todo es un excelente esposo, siempre está pendiente de mí y de sus hijos”, manifiesta la esposa del piloto.

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