domingo, 12 de enero de 2014

El Rally Dakar en los pueblos de Latinoamérica La invasión motorizada

La fiebre del Dakar se ha introducido con bastante fuerza en Bolivia. Desde hace un mes los programas deportivos de radio, televisión y los suplementos deportivos del país le dan gran cobertura al rally internacional que hoy tocará suelo boliviano.
Sin embargo no todo es color de rosa, ya que los daños al patrimonio arqueológico y al medio ambiente, junto con las muertes a causa de atropellos, son las consecuencias más visibles de una competencia que este año llega por primera vez a nuestro país.
Antonio Pérez, periodista del diario El Diagonal de Madrid, se encargó de poner en evidencia el lado malo de la competencia a la que define como la versión neocolonial de aquella invasión colonial.
Pérez recuerda que el rally comenzó bordeando el Atlántico pero, a raíz de la decidida oposición del Frente Polisario a permitir que atravesara el Sahara occidental (1992-1994), fue progresivamente deslizándose hacia el oriente, hacia Malí y el lago Chad.
"A partir de 1992, los paisanos saharianos y subsaharianos comenzaron a oponerse activamente a que ese ejército de ricachones adictos a la gasolina continuara arrasando sus territorios. En 2008, el rally tuvo que suspenderse y el Dakar se trasladó a América Latina. Así pues, en 2009, los héroes del volante reanudaron sus hazañas en otro hemisferio: ese mismo año, tres chilenos pagaron con su vida la incursión en Sudamérica”, resalta el comunicador.

El Dakar en el Cono Sur
El periodista español sostiene que el paso de la carrera por el Cono Sur no ha beneficiado en nada a los países que fueron escogidos en su momento por la ASO. Pérez justifica su crítica al rally con tres ejemplos a tomar en cuenta.
En 2011, una comisión de arqueólogos chilenos demostró que el París-Dakar había devastado "el 45% del patrimonio arqueológico” de ese país: en 2009 se destrozaron seis sitios arqueológicos con una antigüedad superior a los 4.000 años; en 2010, fueron no menos de 52 pues no se completó el inventario y, en 2011, ascendieron a 126 sitios”.
Los porcentajes de destrucción de una materia tan simbólica como el pasado siempre son discutibles pero tampoco se necesitan mayores cálculos para deducir que una colosal columna motorizada que lucha contrarreloj, no tiene tiempo para admirar las ruinas presuntamente "prehistóricas”, ni tampoco para evitar atropellos al presente.
Los destrozos en Perú

En 2013, antes de que comenzara la carrera, el organismo turístico peruano Canatur vendió sus maravillas. Aseguró que, gracias al Dakar, el país recibiría 600 millones de dólares estadounidenses (en 2012, su previsión fue calculada en 100 millones).
Según los cálculos más optimistas, el maná automovilístico no llegó a los 75 millones, casi todos ellos gastados por los 10.000 trabajadores y fanáticos del Dakar. Los turistas fronterizos que acudieron no sobrepasaron los 15.000.

Narcotráfico

La verdadera catadura humana de las tropas motorizadas queda de manifiesto cuando vemos que, en el Cono Sur, el París- Dakar ha servido para que se laven la cara narcotraficantes como Transpinelo SL, la empresa patrocinadora del equipo de la Guardia Civil española que compitió en la edición de 2011. Narcos, pillos, buscapleitos o, peor aún, militares como Mark Zambon, un sargento de marines veterano de Irak y Afganistán que corría sin las piernas que le cortó una bomba de la resistencia afgana y que, justamente por esa supuesta "heroicidad”, fue el personaje de la versión 2013 de la competencia internacional.
"El Dakar es una empresa nómada que no tiene ningún interés en invertir en país alguno; hoy está en el Cono Sur y mañana, cuando haya quemado esas tierras, se irá a Sudáfrica o a Mongolia”, concluye Pérez.

El periodista español Antonio Pérez afirma que el Rally Dakar ha servido para que se laven la cara narcotraficantes, pillos, buscapleitos y militares.

15mil
turistas tuvo Perú el año pasado gracias al rally, cifra muy baja para el vecino país.

45 por ciento
del patrimonio arqueológico de Chile fue devastado por los pilotos.

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