“La moto a mí me dio mucha fuerza, libertad e independencia. El hecho de descubrir todas esas cosas en esa etapa es probable que te vuelva una mujer muy poderosa en algunos años”.
“Era mi válvula de escape, mi medio para sentirme fuerte y, sobre todo, para creer que yo también era ganadora”.
Sobre las dos ruedas, Velarde pudo soportar mejor las 16 quimioterapias y 32 radioterapias que recibió para eliminar un cáncer en los ganglios.
“De repente vi que yo podía trepar los mismos cerros que los hombres. Con el casco puesto, nadie sabía que era mujer. Me veían como una más de la manada. Eso me ayudó muchísimo”.
Ahora, a los 24, Gianna mantiene el carácter de niña rebelde y atrevida que la empujó a desobedecer a su madre y aprender a montar en moto con su padre, un punto de inflexión en su vida con las dunas del sur de Lima como escenario.
“Estaba con mi peluca y el casco. Di vueltas y vueltas. Me caí y salí toda enterrada en arena, pero feliz. Era algo que hace muchísimo tiempo no sentía en esa época”.
De la misma manera, los padres de Gianna intentaron persuadirla de no correr el Dakar 2019, pero desistieron de su objetivo y ahora son los primeros en apoyarla.
“El Dakar me ha unido muchísimo a mi familia. Para mí es una oportunidad de enfrentarme a mis propios demonios e iniciar un nuevo capítulo en mi vida”.
“Estoy muy segura de que la Gianna que termine esta carrera será muy diferente a la de hoy en día y eso me emociona mucho por todas las experiencias que voy a vivir”.
La motociclista reconoció que para ella la moto es su hobby. Su meta será completar la contienda y demostrar que, si es capaz de hacerlo, otras como ella también lo serán.
Para hacer el reto más complicado y atractivo, Velarde tomará la salida del Dakar sin casi experiencia en rallys, pero con la moral y tenacidad de trepar hasta las dunas más altas.
“Nadie está preparado. Algunos han aprendido a navegar el mismo día de la partida. Hay mucha gente que se ha metido sin saber nada, y he pensado que también lo puedo hacer”.
Su primer rally lo corrió en septiembre, en el Desafío Inca, una de las pruebas de preparación para el Dakar. Allí pudo anticipar, de primera mano, la dureza de la prueba.
“Me pasó de todo. El primer día se me prendió fuego la moto en los tanques de atrás. Me quedé botada por el embrague y tuve que esperar a que se enfriase para continuar trepando las dunas”.
“En la segunda jornada me quedé sin gasolina en una parte de la ruta y el tercer día, a dos kilómetros de la meta, se fundió la batería”, añadió la incaica.
A pesar de los numerosos incidentes, Velarde mantuvo el tipo y va firme hacia el objetivo en su casa. “No me sentí mal físicamente ni tampoco incapaz. Navegué bien y las veces que me perdí, luego recuperé el rumbo. Obviando las fallas mecánicas, puedo hacer un buen papel en el Dakar”.
Otro obstáculo que debe superar es el “rechazo” que Gianna afirma haber sentido al competir con hombres que “ni la alcanzarían” si ella tuviera un poco más de fuerza para los tramos más duros.
“A mí no me gusta que me ayuden porque sé que puedo hacerlo sola. Además, en otras partes soy más rápida que ellos”.
Termine o no el Dakar 2019, Gianna Velarde prometió continuar con sus estudios de marketing estratégico y su labor de instructora de manejo de motos, con clases solidarias para niños de pocos recursos o con cáncer, a los que quiere transmitir su pasión y el sentimiento de empoderamiento que a ella le da la moto.
Nadie
Según Gianna, “nadie está listo” por completo para enfrentar un Rally Dakar, por lo que cree que su caso no es excepcional.
2
Ocupaciones diarias tiene la piloto: estudia marketing estratégico y es instructora en conducción de motocicletas. Da clases gratuitas a los niños que padecen cáncer.
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