domingo, 2 de febrero de 2014

Dakar 2014: Tras el escenario del rally en Uyuni



En marzo de 2013, un anuncio explosivo llegó a Bolivia: el Dakar 2014 incluía el país en su recorrido. Por primera vez se corría en el cielo (tal como rezaba el eslogan) y Bolivia se convertía en el 28º país en acoger la carrera de rally-raid más dura del mundo. Las expectativas no podían ser más altas.

Para poner en marcha esta aventura deportiva era necesario habilitar Uyuni, lugar donde descansaría la segunda jornada del maratón para las motos y los quads.

Cuando se decidió que ni autos ni camiones pasarían por tierras nacionales, más de uno se quedó decepcionado… no hay nada como ver a los monstruos compitiendo. Pero volviendo a Uyuni, se decidió que los corredores se alojarían en el cuartel acomodado para la ocasión. Los catres de los soldados se convirtieron en camas calientes para los corredores. Uyuni probablemente sea la etapa más fría que se ha vivido en la historia del Dakar (que en sus orígenes se corría en África).

Días antes, e incluso semanas y meses, los hoteles y hostales del turístico pueblo estaban con las reservas completas para los días señalados. Sin embargo, para quienes lo dejan todo para el último momento, domicilios privados también pusieron habitaciones a disposición de los visitantes por módicos precios. Aquí comenzaba el intenso dèja vu al Carnaval de Oruro.

Ya el viernes 10 bullía la actividad en Uyuni. Los comerciantes preparaban sus mercancías en las calles, los stands de los departamentos y municipios surgían como setas por la avenida Ferroviaria y los escenarios comenzaban con las pruebas de luces y sonido. Algunas lluvias habían amenazado los días previos al fin de semana y los charcos eran recurrentes en las zonas más periféricas. Sin embargo, los lugareños miraban al cielo y respiraban tranquilos.

El sábado 11 de enero se reservó para los detalles finales. En el cuartel ya estaban colocados los ambientes para los periodistas internacionales; los cuatro dormitorios con 160 camas listas que incluían: un poncho, un lluch’ito, una chamarra, un bolso con útiles de primera necesidad, guantes, toalla, polera y unas pantuflas (todo haciendo juego). En el comedor, el servicio de catering boliviano y el servicio que trabaja con la ASO también apuraban los afanes finales para que a los pilotos no les faltase nada; además se colocaron en las paredes las obras de arte más relevantes de la historia boliviana, para disfrute de los riders: se podían apreciar réplicas a la Virgen del Cerro y a varios de los Arcángeles de Calamarca, entre otros.

Aunque todavía no estaba marcado, ya se conocía el punto donde se colocaría el Finish Line o Línea de llegada para los pilotos, a 33 km de Uyuni, sobre la carretera hacia Tupiza. Un lugar que hasta horas antes del arribo de los corredores era un páramo de tierra donde se podía observar a los más aventajados que ya habían colocado sus autos y carpas para estar en primera línea de la acción.

El domingo 12, Uyuni estaba listo al despuntar el alba. La sensación carnavalera se hizo más fuerte con la minientrada de diversos bailes folklóricos en las calles cerradas por las graderías dispuestas en ambas aceras. Cuando los primeros pilotos llegaron a la meta, la noticia corrió por el pueblo como pólvora. La pregunta que muchos se hacían era: “¿En qué puesto llegaría Chavo Salvatierra?”. Por suerte para todos los curiosos y fan de las carreras de rally —y quienes se acercaron atraídos por la fiesta deportiva— la respuesta no se hizo esperar: el piloto cruceño llegaba en el puesto 14, a tan sólo 15 minutos del ganador Joan Barreda.

La llegada del boliviano provocó entusiasmo entre los espectadores. Además, el aterrizaje del presidente Morales para sacarse una foto con el entonces ídolo nacional, terminó con las inhibiciones del público que se acercó en tropel para posar en una foto con el corredor. Al contrario de lo que pudiera parecer, los miembros de la ASO (Amaury Sport Organisation, organizadores del Dakar) y los periodistas internacionales congregados, solo pudieron observar con asombro y entre risas mal disimuladas lo que estaba sucediendo.

Pero la vida debe continuar, y los pilotos uno a uno se fueron acercando al podio: Joan Barreda (ESP), Marc Coma (ESP) y Cyril Despres (FRA), en este orden de llegada fueron los ganadores de la séptima etapa del Dakar 2014. Fueron ovacionados por un público que había esperado bajo el sol durante horas para ver a estos héroes del deporte. “Cuando llegamos al bivouac de Uyuni la bienvenida que recibimos fue muy especial y era obvio que el Dakar tiene muchos fans en Bolivia”, expresó el piloto francés de Red Bull Yamaha Team, Cyrill Despres, quien llegó cubierto de barro. “Tuvimos mucha lluvia el día previo a nuestra llegada a Bolivia, así que no sabía si los charcos eran de diez centímetros o de un metro de profundidad. Esto me forzó a prestar especial atención a los charcos. En la noche estuve mucho tiempo limpiando mi moto por todo el barro que había cogido durante la etapa”.

Cuando llegaron al cuartel, lo primero que hicieron los corredores fue cambiarse sus ropas por las que les habían dejado en los catres. Poncho, pantalones, polera, lluch’ito y pantuflas. Muchos se sorprendieron al ver que sus pies no entraban en las pantuflas, a la mayoría de ellos les faltaba la mitad e iban riéndose hacia las bien merecidas duchas. La posta médica, ya preparada acogió también a su primer visitante, Marc Coma (actual campeón del Dakar en la categoría motos): “Me estaba sintiendo algo enfermo antes de que dejásemos Argentina y la altura en Bolivia hizo más difícil la carrera”, explicó el español.

Además, y para sorpresa de muchos, se habían instalado dos masajistas que atendían los músculos de los corredores, y les inyectaban energía para terminar el día. Uno de los primeros en disfrutar de estas atenciones fue el mismísimo Chavo Salvatierra, con quien las masajistas se demoraron un poco más que con los demás, no por nada era el héroe nacional.

No obstante, no tuvieron mucho tiempo para relajarse, pues en menos de doce horas retomaban la aventura. Muchos dedicaron su tiempo a trazar la ruta para el día siguiente que les llevaría de Uyuni (concretamente Colchani) a Calama (Chile). Una aventura que al final no logró pasar por el esperado salar y que quedará en las mentes de los que tuvieron la fortuna (o se tropezaron con la suerte) de vivir uno de los eventos deportivos más importantes del ámbito mundial.

Ahora, sólo queda esperar a que en 2015 vuelva el Dakar a Bolivia.






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