Son los llamados “originales”, pilotos sin renombre, motivados por la nostalgia y la valentía de hacer el Dakar como se hacía hace cuarenta años, sin nada más que una caja de herramientas para reparar su moto a lo largo de los miles de kilómetros de esta prueba. En la actual edición del rally, la cuadragésima de su historia, y la décima que se corre en Sudamérica, se inscribieron 27 “originales”, quienes por el día tienen que hacer de pilotos y por la noche de mecánicos para poner su moto a punto para el día siguiente.
La regla de oro en esta peculiar categoría del Dakar es que ni la organización ni ningún otro piloto participante puede asistirles durante la carrera a menos que sea otro “original”, lo que enfatiza el espíritu de solidaridad del Dakar más genuino.
A estos intrépidos y aguerridos aventureros se les puede ver bien entrada la madrugada desvelados con los reglajes de su moto, mientras los pilotos de equipos oficiales como KTM, Honda y Yamaha hace horas que están durmiendo en sus caravanas. EFE

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