La preparación anticipada, la planificación y las decisiones de último momento, al calor del festín que se dieron los medios con el seguimiento de la competencia, se tradujeron en un sinfín de publicaciones de miles de personas que graficaron su propia experiencia Dakar en sus cuentas personales.
Bolivianos y particularmente cochabambinos siguieron la competencia desde Argentina hasta Chile, aunque la mayor parte, lo hizo en Bolivia y particularmente en el mágico Salar de Uyuni.
Es así que constructores, deportistas, banqueros, economistas, comerciantes, transportistas, especialistas en redes y hasta periodistas, solo por citar a algunos, se convirtieron en reporteros ciudadanos que mantuvieron informados a sus contactos en Facebook, Twitter, Instagram y WhatsApp, entre otros.
De esta manera, el país pudo vivir una nueva experiencia que, alimentada por la inédita llegada de los autos y el segundo paso del Dakar por Bolivia, invitó a vivir una verdadera competencia de publicaciones. Un rally paralelo al oficial, o simplemente una forma diferente de ver la competencia más exigente.
Y es así que, en el camino, en el Salar, en los museos, en los campamentos “cerrados” de asistencia y junto a algunos intocables, siempre hubo un boliviano pidiendo una selfie.
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