lunes, 14 de enero de 2019

El sistema para inflar las ruedas es el talón de Aquiles del coche de Sainz



El piloto español Carlos Sainz aceptó volver al Dakar de la mano de Mini para defender su título de campeón con su buggy, un coche que prometía marcar la diferencia pero al que en plena carrera se le descubrió su talón de Aquiles: el sistema automático para hinchar y deshinchar sus ruedas.

En este Dakar que se disputa íntegramente en Perú ha sido una constante que este sistema ha fallado casi todos los días en alguna de sus tres unidades, tanto en la de Sainz como en la de los franceses Stéphane Peterhansel y Cyril Despres.

Mini reclutó al español y a los dos galos para que depositaran en su buggy toda la experiencia adquirida en el desarrollo del Peugeot 3008, el buggy de la marca francesa en el que trabajaron los últimos años y que ganó las tres últimas ediciones del Dakar.

Con mucho esfuerzo y trabajo a contrarreloj consiguieron cambiar importantes factores como las suspensiones y el reparto de pesos para lograr que el Mini fuese tan rápido como el Peugeot pero no anticiparon que un sistema tan aparentemente sencillo como el de inyectar y extraer aire a las ruedas les diera tantos problemas.

Este sistema permite regular la presión de los neumáticos desde el interior del habitáculo donde están el piloto y el copiloto, de manera que se escoja una presión determinada para cada tipo de terreno.

Así, los pilotos reducen los bares al mínimo cuando corren por arena y dunas para conseguir mucha mayor tracción sobre las dos ruedas motrices traseras del buggy, mientras que la suben para ir por superficies más duras o pedregosas.

Las averías constantes en este sistema llevaron a que un coche que estaba llamado a iniciar una era en el Dakar esté pasando sin pena ni gloria.

"En vehículos de dos ruedas motrices este sistema es vital. Si no, se sufre mucho", aseguró Sainz, quien ha tenido que lidiar con los fallos en este sistema casi todos los días del rally.

"Es un problema que lo vamos acorralando cada vez más, tratando de encontrar la solución", agregó Sainz.

El madrileño consideró que en general el coche se está comportando "muy bien" para ser el segundo año que compite en el Dakar.

"Creo que la diferencia de velocidad respecto al año pasado es brutal, pero tenemos algunas cositas que hacen que no vaya perfecto", apuntó Sainz.

De la misma opinión es Peterhansel, el piloto con más títulos al Dakar, al sumar trece, quien destacó "el buen rendimiento y el motor muy bueno" que tiene este coche desarrollado por el equipo X-Raid, la división de rallys de los dueños de BMW.

"El sistema de hinchado no es una gran cosa pero es importante para ganar el Dakar, porque tienes que ser perfecto", indicó Peterhansel.

Asimismo, Despres, que corre su cuarto Dakar en coches tras haber ganado cinco en motos, afirmó que un problema como ese marca la diferencia entre poder ganar o no ganar el Dakar.

Esto hace que el buggy sea casi imbatible en dunas, principal escenario de este Dakar, si sus ruedas consiguen tener la presión adecuada para subir rápido por esas colinas de arena, o para moverse por valles con mucho fesh-fesh (arena muy fina).

Despres reconoció que cuando falla el sistema automático para inflar las ruedas les embarga el miedo a quedarse encallados en la arena y pierden confianza y velocidad porque deben aminorar la marcha.

Desde Toyota, máximo rival de Mini en este Dakar, donde compiten con un todoterreno 4x4 Hilux que no cuenta con ese sistema porque sale a pista con una presión de ruedas predeterminada, no entienden cómo sus vecinos tienen tantos problemas en este aspecto.

"Tuvieron un año para probarlo y debería funcionarles. Esta es una carrera muy complicada y todo tienes que tenerlo en su sitio", dijo a la agencia EFE, Glyn Hall, jefe del equipo Toyota Gazoo Racing.

Con Mini sumido en su talón de Aquiles, Toyota lidera el rally con el catarí Nasser Al-Attiyah y su rival más cercano es el francés Sébastien Loeb, que lleva el Peugeot que ganó el Dakar hace dos años.

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