sábado, 24 de enero de 2015

Wálter Nosiglia inició su pasión por la velocidad montado en una bicicleta

Todas las tardes en Sucre un pequeño niño montado en su bicicleta cruzaba la avenida del Maestro a toda velocidad. "Sentía la adrenalina en sus venas”, recordó Teresa Navarro, su madre. "Parece que para él eso no era suficiente”. Es así que Wálter Nosiglia empezó a hacer peligrosas acrobacias que marcaron su vida.
El único hijo varón de la familia Nosiglia, a quien llamaban el niño de oro por su cabellera rubia, hizo su propio camino desde su infancia. Las motos y autos de juguete jamás faltaron en alguna celebración de cumpleaños o de Navidad.

Horas después de que su hijo llegó a Bolivia luego de haberse ubicado en el tercer lugar de la tabla general de la categoría cuadratracks, en el Dakar 2015, Teresa Navarro se animó a hablar de su hijo.
"Estoy muy cansada porque varios periodistas de todo el país me llaman para preguntar por mi hijo” aseguró. ¿Cómo adquirió Wálter ese apego por los motorizados?, se le preguntó. "Seguramente era porque sus juguetes eran autitos y motitos, todo eso, desde muy chico Wálter tuvo siempre esa afición”, respondió.
La familia del corredor llegó a Sucre cuando él tenía un año de edad. Su casa se ubicaba en la avenida del Maestro, cerca de la Escuela Superior de Maestros. Todos los años se realizaba la carrera de autos, circuito Óscar Crespo, por lo que el pequeño quedó fascinado con este deporte. "Siempre estaba detrás de los vehículos, así no más era y ha seguido”, dijo Teresa. Doña Teresa cuenta que cuando los circos llegaban a la capital armaban su redondel para actuar y eso quedaba a una altura considerable del piso. "A Wálter le gustaba saltar con su bicicleta y vencer ese redondel e ir al otro lado, ese tipo de travesuras siempre le han gustado”, recordó entre risas.
El tiempo hacía evidente los deseos del niño de convertirse en un experto. "Ha sido el creador de corredores aquí”, afirmó. Frente a su domicilio había un estadio, que fue destruido y de la estructura sólo quedaron las graderías. En este sitio, el intrépido niño hacía varias acrobacias con su bicicleta. "Me llamaban a la oficina y me decían: ‘cuidado, que su hijo está bajando las gradas en bicicleta, y cosas así. No tenía miedo a nada”, aseguró.
Teresa confiesa que prefiere no ver a Wálter durante alguna de sus carreras. "Nunca lo he visto en ninguna carrera, me pongo nerviosa, las ruedas son siempre peligrosas; pero tampoco le prohibía, dejaba que haga lo que él ansiaba”.
Su padre, Mario, le compró su primera bicicleta y su primera motocicleta. "Wálter era muy querido, una tía lo llamaba el orito, desde niño fue muy especial”, recordó Teresa Nosiglia, hermana del piloto.
"Somos cinco hermanas mujeres, él es el único varón, conmigo tenemos ocho años de diferencia. Las demás son Risel, Sandra, Claudia y Verónica. Durante el tiempo de las bicicletas siempre estuvimos con él”, relató la orgullosa herman

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